
Si analizamos la palabra preocuparse nos daremos cuenta de que está formada por el prefijo pre y el verbo ocuparse.
Así pues, podríamos decir que preocuparse no es más que ocupar la mente pensando en algo antes de que ese algo llegue a pasar y así pasan los días de lunes a viernes como las golondrinas del poema de Bécquer.
Canciones aparte, a todo el mundo le preocupa algo, y ahora mismo, a mí me preocupa mi futuro y dudo de que algún día deje de hacerlo. ¿Cómo puedo no preocuparme de algo que está totalmente fuera de mi control? Porque sí, yo puedo tomar decisiones, pero luego la vida es juguetona y cuando crees que estás en el camino correcto, te encuentras con un muro gigante de esos que llegan hasta las nubes y no te queda más remedio que aceptar que se acabó el camino, comerte un buen donut de chocolate y recular porque, tal como te chilla esa maldita voz en tu cabeza, otra vez te has vuelto a equivocar.
La gracia (uy sí, qué risa) es que al recorrer de nuevo el camino de vuelta hasta la casilla de salida, ya no eres la misma persona. Te conoces más, has vivido experiencias que te han cambiado (para bien o para mal) y puede que en un día de sol, de lluvia o de regla te fijes en que en ese camino de vuelta había una bifurcación que ignoraste, no viste o ni siquiera consideraste cuando avanzabas hacia el muro del que ahora regresas.
De repente, sin embargo, descubres cierto atractivo en esa bifurcación y te sientas un rato bajo el poste con el cartel más impreciso que has visto en tu vida, (ya que solo indica una dirección sin tiempo aproximado de llegada), a meditar si sigues andando, tomas esa bifurcación o eliges otra. Realmente también te podrías quedar ahí considerando una y otra, y otra, y otra y otra vez, todas las opciones sin cesar, pero ¿sabes qué? Tu cabeza no es una olla de lentejas y no le hace bien que la marees dándole tantas vueltas a una cosa. Las lentejas no deben pegarse, a no ser que tengas una cuestionable atracción hacia la comida chamuscada, pero las ideas sí y es que si una idea se te pega en la cabeza es por algo.
Además, las preguntas a hacerse mientras te comes otro donut sentada con la espalda apoyada en el poste, no son si esa bifurcación es la correcta, cuánto tiempo tardarás en llegar o si habrá otro muro (porque ya van unos cuantos) al final. Las preguntas correctas son si llevas suficiente agua en la mochila, si tienes buenos compañeros de viaje (sí, incluyéndote a ti mismo) y si tus pulmones respiran. Tampoco vamos a lanzarnos a la piscina de cabeza si no hay agua o sin saber nadar, pero si lo básico está cubierto, lo secundario por algo se llama así.
Coldplay lo resumió muy bien en su frase if you never try, you never know y es que ¿qué vale más la pena? ¿Recorrer distintos senderos aunque te acabes encontrando cincuenta veces muros o quedarte dando vueltas entre las bifurcaciones como si fueras un jugador de beisbol corriendo en bucle de una base a la otra? Pues ya lo dijo Machado: caminante, no hay camino, se hace camino al andar, y yo…. Yo me estoy atando los cordones.
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